13 diciembre, 2008

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La soledad es una ingrata a la que se va agarrando el gusto con un alto riesgo de parar completamente enamorado de ella. La soledad es un hotel que no es de nadie, es una cama que no es mía, es despertarme a las tres de la mañana y no saber donde queda el baño. La soledad soy yo. La soledad es la gota de agua en la llave del baño que dejaste prendida y que no quieres apagar por no sentirte solo. La soledad es como un suplicio ingenioso de la naturaleza que hace que nos encontremos con nosotros mismos para poder valorar a los demás. La soledad es un espejo que no miente. La soledad son ese monton de sonidos que nadie escucha pero que hacen demasiado ruido. La soledad soy yo en compañía del pasado. La soledad es un beso que se desperdicia en la almohada, es ver la sombra y la silueta de alguien que ya no está. La soledad es una malvada insoportable y maravillosa que me gusta, no sé bien por qué. La soledad es enterder por fin que no hay mejor compañía que la soledad, es el velorio de un día que se fué, es dejar de estar haciendo nada prepararte, vestirte, abrir la puerta, salir para seguir haciendo lo mismo. La soledad es la compañera, la del miedo, la de los futuros inciertos, la del camino, la busqueda.
La soledad...

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